¿Cómo se podría resumir el ejercicio de 2022 para Bankinter?
Sin ánimo de caer en el triunfalismo, creo que el año se puede calificar de muy positivo. El resultado neto fue de 560,2 millones de euros. Si excluimos la plusvalía de 895 millones de euros generada en 2021 con la operación de segregación de Línea Directa Aseguradora, el beneficio neto creció un 28,1%. Se cumple así, con un año de adelanto, el objetivo de la entidad de recuperar los beneficios previos a la pandemia y a la segregación de Línea Directa.
Estos favorables resultados son el reflejo de la buena evolución de las líneas de negocio del banco, lo que a su vez se ha traducido en una mejora de todos los márgenes de la cuenta de resultados.
El margen de intereses se situó a finales del ejercicio en 1.536,7 millones de euros, un 20,5% más que en el año anterior, gracias a una mejora del margen de clientes. En lo que respecta al margen bruto, que además del margen de intereses incluye las comisiones por gestión de activos y otras operaciones, alcanzó los 2.084,3 millones de euros, con un aumento del 12,3% sobre 2021. La aportación al margen bruto de los nuevos negocios del grupo, como Portugal, Avant Money en Irlanda o EVO Banco, es creciente y constituye ya una parte significativa del total. El margen de explotación antes de provisiones aumentó un 16,4%, hasta llegar a los 1.166,3 millones de euros.
Con similar dinámica de crecimiento, la inversión crediticia a clientes alcanzó los 74.243,4 millones de euros, un 9,1 % más que el año anterior, lo cual confirma el respaldo de Bankinter a las iniciativas de empresas y familias, y los recursos minoristas se elevaron un 3,7%, hasta los 75.164,3 millones de euros.
Me gustaría destacar que estos resultados, que son el fruto de una evolución homogénea y consistente de los negocios de la entidad, se consiguieron en un entorno complicado para la economía mundial en general y para la española en particular. Tras la invasión de Ucrania, la conjunción de distintos desequilibrios, como las dificultades de suministro de materias primas y el encarecimiento de los productos energéticos, generó un persistente brote inflacionista que obligó a los bancos centrales a subir los tipos de interés y que ralentizó la recuperación económica en marcha. España también se vio afectada, aunque la resistencia del mercado laboral y la fortaleza de las exportaciones permitió un crecimiento de la economía superior al promedio europeo.
Bankinter ha sabido adaptarse a ese escenario de gran complejidad para ampliar sus márgenes, potenciar todas sus líneas de negocio y aumentar su cuota en los mercados en los que opera.
¿Qué otros indicadores se pueden destacar en el ejercicio?
El balance del año fue también plenamente satisfactorio en términos de calidad de activos, solvencia, rentabilidad, eficiencia y liquidez.
La tasa de morosidad cayó hasta el 2,10%, 14 puntos básicos menos que en 2021, a pesar del empeoramiento de la coyuntura, y muy por debajo del promedio del sector. Me gustaría subrayar este aspecto porque estamos acostumbrados a que Bankinter tenga la tasa de morosidad más baja de todos los bancos españoles y a veces no le damos al dato la importancia que merece. Además, en 2022 aumentamos la cobertura de la morosidad del 63,6% al 66,3%.
En cuanto a la solvencia, Bankinter cerró 2022 con una ratio de capital CET1 fully loaded del 12%, con amplio margen sobre el nivel mínimo de exigencia establecido para nuestra entidad por el BCE, que se mantiene para 2023 en el 7,726%, el más reducido entre los bancos cotizados españoles. Asimismo, nuestro índice de rentabilidad, medido en términos de ROE, se elevó hasta el 12%, frente al 9,6% del año anterior, y se situó entre los más altos del sector en España.
Por otro lado, la entidad presenta una ratio de eficiencia, es decir, el cociente de costes de explotación sobre ingresos, de un 44%, que se compara favorablemente con el 45,99% de 2021. En lo que se refiere a la liquidez, el gap comercial continuó siendo negativo, lo que significa que el banco dispone de más depósitos de clientes que de créditos, con una ratio del 102,8%.
Entrando en detalles, ¿cuáles fueron las áreas de negocio y los productos que se comportaron mejor?
Por lo que se refiere a los negocios más maduros, en los que llevamos más tiempo operando, su evolución fue muy positiva. En Banca de Empresas, la inversión crediticia aumentó un 9,3%, gracias, sobre todo, a un mayor impulso comercial, a la buena evolución del negocio internacional, favorecido por el empuje de las exportaciones, y a la fuerte expansión de la actividad transaccional, que es fiel reflejo de la mayor vinculación del banco con el tejido empresarial.
En lo que respecta a Banca Comercial, que incluye el negocio de personas físicas, crecieron a un ritmo sostenido los segmentos de Banca Retail y de Banca Patrimonial, segmento este último donde superamos los 50.000 millones en patrimonio gestionado. Por lo que se refiere a algunos de los productos más demandados por los clientes de Banca Retail, o con mayor relevancia comercial, la Cuenta Nómina cerró el año con un saldo de 16.700 millones de euros, un 12,1% más que en 2021, mientras que la nueva producción de la cartera hipotecaria también registró un crecimiento notable, pese a que la subida de los tipos de interés enfrió en parte la demanda en la segunda mitad del año.
Si las líneas de negocio más maduras tuvieron un comportamiento muy satisfactorio, otro tanto cabe decir de las actividades de más reciente incorporación al grupo. Este es el caso de las distintas operaciones que tenemos fuera de España. Así, Bankinter Portugal se ha consolidado como un negocio solvente y de gran proyección, tanto en banca comercial como de empresas. Su beneficio antes de impuestos fue de 78 millones de euros, lo que supone un incremento del 54%.
En cuanto al negocio de Irlanda, que es nuestra apuesta internacional más reciente, está creciendo exponencialmente tanto en consumo como, sobre todo, en hipotecas, un mercado en el que competimos desde hace poco tiempo. EVO Banco, la marca digital del grupo, también registró un ritmo muy dinámico. Su cartera de inversión aumentó un 45%, hasta llegar a los 2.700 millones de euros, y esperamos que ya en 2023 alcance el punto de equilibrio.
Y sin olvidar, por supuesto, muchos otros negocios en los que seguimos consolidando nuestra actividad y abriendo nuevas oportunidades. Es el caso de Bankinter Investment, con la creación de una nueva gestora de inversión alternativa, que nos va a permitir ampliar el universo potencial de clientes en un negocio en el que ya somos una referencia sectorial. También tenemos buenas expectativas en la actividad de Seguros, a partir de la nueva alianza que hemos firmado con Liberty, o en la de Consumo, que operamos a través de Bankinter Consumer Finance.
En 2023 ha entrado en vigor el impuesto a la banca. ¿Qué impacto puede tener sobre las entidades?
El impuesto daña, por supuesto, la rentabilidad del banco, y por tanto a nuestros empleados, a nuestros clientes y a nuestros accionistas. Pero más allá de eso lo importante es que tiene un impacto negativo sobre el conjunto de la economía y sobre la confianza en España como país. Creemos que se trata de una carga tributaria injusta, arbitraria y discriminatoria. Así lo han reconocido numerosos organismos nacionales e internacionales.
Asimismo, supone un castigo para un sector que ya paga el tipo incrementado en el Impuesto sobre Sociedades, del 30%, frente al 25% aplicable con carácter general. Su entrada en vigor restará competitividad a los bancos españoles frente a sus homólogos en Europa, donde no existe una legislación similar, y reducirá su atractivo para los inversores, lo que sin duda acabará perjudicando su capacidad para seguir dando crédito a las empresas y a los hogares.
Todo ello genera inseguridad regulatoria, hace desconfiar a los mercados del sistema tributario español y daña la imagen de nuestra economía, lo cual nos preocupa especialmente. Por eso en Bankinter lo vamos a recurrir y esperamos que los tribunales acaben dándonos la razón.
¿Hasta qué punto el impuesto deteriora también la reputación del sector bancario?
Evidentemente tiene un impacto negativo, pero no tanto por el impuesto en sí como por los falsos argumentos que se utilizan para justificar su creación. Hemos vuelto a ser “los malos de la película”. Venimos de una época en la que las secuelas de la crisis de 2008 dejaron una profunda huella negativa en la imagen del sector, alimentada en ocasiones por razones ideológicas o políticas. Posteriormente, durante la pandemia nos batimos en primera línea, trabajamos en precarias condiciones sanitarias y demostramos nuestro apoyo sin reservas a empresas y familias. Quiero pensar que ese esfuerzo extraordinario tuvo un reflejo favorable en la reputación del sector.
Pero ahora se nos presenta de nuevo a los bancos como injustos beneficiarios de una situación de crisis, cuando la realidad es que nuestros resultados actuales son el fruto de un gran esfuerzo colectivo, de búsqueda de la eficiencia y de la innovación, desarrollado durante muchos años. Un esfuerzo que en el caso de Bankinter debemos agradecer a los más de 6.000 profesionales que conforman su plantilla. El tema de la reputación no es baladí, porque el negocio de los bancos está basado en la confianza, y debemos seguir trabajando para recuperar la imagen del sector si queremos que nuestros clientes confíen en nosotros.
¿Va en esa dirección el acuerdo marco con el Gobierno para aliviar el pago de las hipotecas de los contribuyentes vulnerables?
Vaya por delante que en Bankinter siempre vamos a buscar soluciones que ayuden a nuestros clientes que se encuentren en situaciones de dificultad. Lo demostramos durante la crisis de 2008, lo volvimos a demostrar a lo largo de la pandemia de coronavirus y por supuesto lo vamos a hacer ahora.
Respecto al acuerdo marco, nos hemos adherido sin reservas, como en su momento nos adherimos al Código de Buenas Prácticas para ayudar a las empresas a renegociar sus préstamos avalados por el ICO. Pero creo que es lícito preguntarse si es una solución al problema o simplemente un aplazamiento. En todo caso, hay que resaltar que se trata de un nuevo esfuerzo del sector bancario, porque el acuerdo supone asumir más provisiones y más costes operativos.
Bankinter ha aumentado su tamaño gracias al crecimiento orgánico y también con algunas adquisiciones. ¿Cuál es la estrategia de crecimiento en el horizonte inmediato?
Con nuestra cuota de mercado, que es relativamente reducida, está claro que nuestro margen de crecimiento es muy elevado. Pero no por ello pensamos en crecer por la vía de las adquisiciones. Es verdad que en los últimos años hemos hecho algunas pequeñas compras, prudentes y proporcionadas a nuestro tamaño. Adquirimos un pequeño banco en Luxemburgo, la red minorista de Barclays en Portugal, EVO Banco y un negocio de crédito al consumo en Irlanda, que creemos complementan bien nuestras líneas de negocio tradicionales.
Pero más que pensar en nuevas compras lo que queremos es consolidar esas operaciones, que están funcionando muy bien, y desarrollar nuevas vías de negocio. Para ello, tenemos proyectos muy interesantes, algunos de los cuales ya están dando sus frutos. Con todos los planes que tenemos en marcha no nos planteamos nuevas adquisiciones. Nuestra apuesta es el crecimiento orgánico, como por otra parte lo ha sido históricamente en la entidad.
Con estos condicionantes, ¿cuáles son las previsiones de Bankinter para 2023?
Para Bankinter, el ejercicio de 2023 es especialmente importante. En términos de resultados, y una vez cumplido con antelación el objetivo de superar los que obteníamos antes de la pandemia y cuando aún contábamos con Línea Directa integrada en el Grupo, centraremos nuestros esfuerzos en consolidar la senda de crecimiento. Los resultados de 2022 nos permiten ser muy optimistas a ese respecto, pues hemos visto que el dinamismo de las distintas líneas de negocio está siendo capaz no solo de compensar la aportación de Línea Directa a la cuenta de resultados, sino de superar el entorno de crisis sobrevenido y los diferentes imponderables que han ido llegado después. Asimismo, la adecuación de los precios de la cartera de inversión al nuevo entorno de tipos también supondrá una aportación positiva a nuestras cuentas, especialmente en la primera parte del año. No obstante, esa misma subida de los tipos de interés junto a una inflación que se mantendrá algún tiempo en niveles elevados pueden llegar a perjudicar la demanda de crédito y al mismo tiempo presionar al alza los niveles de morosidad. También hay que tener en cuenta el impacto del impuesto sobre la banca, que puede suponer entre 80 y 100 millones anuales para la entidad. Todo ello nos aconseja extremar la prudencia y gestionar cuidadosamente los riesgos asociados, aunque somos plenamente optimistas respecto a nuestro futuro.
¿Esas buenas expectativas se pueden trasladar a la cotización de la acción de Bankinter en bolsa, que ya se comportó de forma excelente en 2022?
Siempre es arriesgado hacer pronósticos sobre los mercados bursátiles, porque en su evolución influyen múltiples factores, macroeconómicos, microeconómicos, geopolíticos e incluso emocionales, y muchos de ellos son ajenos a la propia gestión de la entidad. Pero en lo que de nosotros depende, creo que hay motivos para pensar que la cotización en bolsa, que efectivamente tuvo una evolución muy positiva en 2022, va a seguir al alza.
Como he mencionado, todos los indicadores de solvencia, calidad de los activos y rentabilidad son altamente satisfactorios y el buen comportamiento de nuestras líneas de negocio a nivel nacional e internacional hace pensar que los inversores respaldarán, como ya hicieron en 2022, el sólido valor intrínseco del banco.
A finales del año pasado, la agencia de calificación de crédito S&P reconoció nuestras fortalezas y elevó la calificación de emisor a largo plazo del banco, consolidando al mismo tiempo la calificación de la deuda híbrida, así como de la deuda a corto plazo. Noticias como esta suponen un espaldarazo para la entidad y un estímulo para seguir convenciendo a los mercados de los méritos de nuestro proyecto.
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