Crecimiento, rentabilidad y digitalización
El sector bancario español se encuentra ante dos grandes retos que condicionan su presente y de los que depende en gran medida su futuro. Por un lado, culminar con éxito la transformación digital y, por otro, aprender a desenvolverse en un escenario financiero caracterizado por los bajos tipos de interés.
Para afrontar la transformación digital, el sector está acometiendo fuertes inversiones en tecnología, con el fin de optimizar sus procesos y ofrecer un servicio de mayor calidad. La política de bajos tipos de interés, a su vez, exige buscar nuevas fuentes de ingresos que permita mantener los márgenes de rentabilidad.
En este contexto, Bankinter cuenta con algunas fortalezas significativas. Primero, una imagen de marca que es sinónimo de innovación y excelencia en el trato con el cliente. Segundo, un personal cualificado y comprometido. Y, en tercer lugar, una estricta cultura de riesgos sin la que no se podría explicar la buena salud de la entidad.
En consecuencia, Bankinter está en condiciones de sacar el máximo provecho a oportunidades como la persistencia del crecimiento económico (aunque en tasas más bajas que en años anteriores), la digitalización de los clientes y la posibilidad de seguir creciendo orgánicamente, pese a la tendencia a la concentración que caracteriza al sector en España y en otros países de la Unión Europea.
Con este punto de partida, la estrategia de Bankinter para 2019 se concentró en medidas tendentes a facilitar el crecimiento en clientes, volúmenes y actividad; a buscar rentabilidad vía comisiones y servicios con margen relevante, y a implantar modelos más digitales y eficientes en materia de productividad comercial.
Entre las medidas desarrolladas figuraron el mantenimiento de la política de riesgos, la diferenciación en el servicio al cliente, una evolución constante de la oferta de productos, el aumento de la presencia del banco en segmentos poco penetrados, la consecución de mayores niveles de venta cruzada y el aprovechamiento de las inversiones tecnológicas.
Todo ello con el objetivo de preservar áreas en proceso de rentabilización (gestión de patrimonios a través de Banca Privada y Banca Personal y Banca de Empresas), potenciar otras que están en fase de crecimiento (Banca de Particulares, crédito al consumo, Banca de Inversión, Negocio Internacional) y desarrollar capacidades en el ámbito digital y de la explotación de datos.
El resultado de esta estrategia sobre las dos grandes áreas del banco fue el siguiente:
Banca Comercial
Su producto estrella para ensanchar la base de clientes, la Cuenta Nómina, continuó revelándose como una herramienta fundamental. Cuarenta de cada cien captaciones se debieron a ella, y de lo que se trata ahora es de ampliar cada vez más la vinculación de los nuevos clientes con tarjetas de crédito, préstamos personales, hipotecas, fondo de inversión, domiciliaciones, entre otros productos.
La Cuenta Nómina, junto con el control y gestión de la retención, hicieron posible que el número de clientes activos de Banca de Particulares creciera hasta los 373.617. En este segmento, la clave radica en fomentar el trasvase a otros con más potencial de venta de servicios de valor añadido (Banca Personal y Banca Privada), que pueden proporcionar mayores ingresos en concepto de comisiones.
Banca Personal continuó dando pasos adelante en la digitalización de la gestión comercial, lo que contribuyó a que la cartera de créditos hipotecarios se incrementara ligeramente, pese al retroceso experimentado por el conjunto del sector.
En Banca Privada, la estrategia de diferenciación puesta en marcha por Bankinter, que incluye vehículos de inversión alternativos, aportó 2.000 millones de euros de patrimonio neto nuevo y elevó el patrimonio gestionado 40.400 millones.
La diversificación de la base de clientes, con especial hincapié en la atracción de jóvenes, se buscó con el lanzamiento de Bk, una línea de negocios que les ofrece un servicio global (ahorro, financiación e inversión), y con la compra de EVO Banco, entidad muy orientada a la operativa digital.
Banca de Empresas
La cartera de inversión alcanzó los 25.500 millones de euros sin perjuicio de los márgenes, que se mantuvieron gracias a la buena gestión de las comisiones, cuyo crecimiento fue de dos dígitos. Para ello resulta esencial llevar al ánimo de los clientes que el precio pagado es acorde con la calidad del servicio.
La reorganización y potenciación de los equipos especializados, en pro de una mayor eficiencia, explica que el negocio de Banca Internacional experimentara un avance en su margen bruto del 7% respecto a 2018, propiciado también por la intensificación de los acuerdos de colaboración con grandes bancos mundiales.
Otro tanto ocurrió con Banca Corporativa, donde se implantó un nuevo modelo de gestión de carteras por tramos de facturación, a los que se asignan profesionales específicamente preparados. Mientras tanto, en Pymes y Medianas Empresa se hizo un esfuerzo para mejorar la calidad del servicio, que tuvo su impacto en los índices de satisfacción de los clientes.
Banca de Inversión, finalmente, perseveró en su actividad ordinaria de asesoramiento y financiación, con la incorporación de nuevos vehículos de inversión alternativa.