El riesgo reputacional se genera cuando no se satisfacen las expectativas de los grupos de interés (clientes, accionistas, empleados, inversores, etc.), cuya reacción puede afectar negativamente a las relaciones de negocio actuales o de futuro con ellos.
Para gestionar este tipo de riesgos, hay que entender su naturaleza única. Su singularidad es que dependen de una valoración externa y que puede originarse por una gran variedad de fuentes, o incluso derivar de otros riesgos.
En 2021, la entidad realizó avances en el modelo de gestión de este tipo de riesgos, actualizando la priorización de los grupos de interés y el repertorio de eventos de riesgo reputacional, y desarrollando un indicador global de exposición.
El modelo de gestión de estos riesgos se basa en la prevención. Identificarlos y controlarlos de manera proactiva es clave para reducir la probabilidad de que ocurran y mitigar su impacto. Para ello la entidad dispone de diferentes herramientas:
La responsabilidad de custodiar la reputación de la entidad alcanza a todos los empleados, que tienen la orientación de diversos manuales de conducta y ética profesional. Por ello es importante la formación y sensibilización de toda la plantilla para crear una fuerte cultura interna preventiva.
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