¿Qué opinión le merece el comportamiento de la economía en 2021?
El año pasado marcó el inicio de la esperada recuperación, después de la fuerte caída de la economía registrada en 2020 como consecuencia del estallido de la pandemia. Gracias a un mayor control de la enfermedad, las restricciones disminuyeron y la actividad empezó a coger de nuevo el pulso perdido. El proceso de vacunación resultó esencial y hay que reconocer la prueba de madurez que dio la sociedad española al participar masivamente en él.
La paulatina vuelta a la normalidad permitió un aumento de la demanda de bienes y servicios que había quedado embalsada en 2020, lo que trajo consigo altas tasas de crecimiento y una mejora más que notable de las cifras de empleo, fuertemente castigadas en los primeros meses de la crisis sanitaria. No obstante, después del verano, la recuperación perdió brío por la confluencia de varios fenómenos con los que no se había contado.
Uno de ellos fue la dificultad detectada a escala global para satisfacer la necesidad de ciertos productos intermedios, fundamentales en sectores básicos de la industria. Esos cuellos de botella perjudicaron al comercio internacional y se reflejaron en el comportamiento de la mayoría de las economías del mundo.
También supuso un freno para el crecimiento la evolución de los precios de la energía, que en España alcanzaron niveles desconocidos, con el consiguiente impacto en las cuentas de resultados de las empresas y, por añadidura, en los precios de los bienes y servicios que ofrecen al público.
Consecuencia de todo ello ha sido que, tanto la mayoría de los analistas como los Organismos Públicos más relevantes (incluyendo Banco de España, Comunidad Europea y FMI), han rebajado las previsiones de crecimiento de la economía para 2022.
Recientemente el INE ha publicado su avance sobre el PIB español correspondiente a 2021. Según estos datos, provisionales, la economía española creció en el periodo un 5%, la mayor tasa en los últimos 21 años, pero que queda muy por debajo de las previsiones del Gobierno (6,5% y 7,2% en los Presupuestos) y también del nivel precovid.
A final de año el consumo se ralentizó por los contagios debidos a la nueva variante Ómicron, pero los datos del INE muestran elementos positivos como el crecimiento trimestral de las exportaciones (6,5%) y de la inversión en bienes de equipo y maquinaria (6,1%), que reflejan el dinamismo del tejido empresarial español.
También fue una sorpresa positiva la evolución del empleo, según los datos de la EPA del 4º trimestre de 2021, publicada el pasado 27 de enero.
¿Cree que las tendencias inflacionistas persistirán?
En un primer momento se consideró por los Bancos Centrales y analistas, y de forma casi unánime, que se trataba de un fenómeno pasajero, dada la naturaleza transitoria de los factores que lo habían generado. La progresiva normalización de los flujos comerciales y la moderación de la factura energética deberían facilitar, se pensaba, el regreso de la inflación a la senda por la que antes discurría.
Sin embargo, hoy en día están surgiendo muchas dudas a la vista de las últimas cifras publicadas, bastante más altas de las previstas incluso en términos de inflación subyacente. De hecho, la Reserva Federal ha anunciado que subirá tipos pronto, en 2022, y el consenso es que probablemente lo haga, por lo menos, 4 veces durante el año.
También ha indicado que finalizará la compra de bonos (Quantitative Easing) y que podría llegar a reducir su Balance.
En el mismo sentido el Banco de Inglaterra ya ha subido dos veces los tipos, situándolos en el 0,5% e incluso la presidenta del Banco Central Europeo ha expresado la preocupación de la Institución con una inflación que está siendo mayor de lo que se esperaba.
Pero lo que, en todo caso, será imprescindible es una gestión de las expectativas de los agentes económicos que impida la creación de una espiral inflacionista clásica (precios-salarios), que podría poner en peligro la potencial recuperación.
¿Considera pues que son fundadas las esperanzas de recuperación económica?
Los organismos internacionales apuntan que sí, siempre y cuando se avance en el proceso de inmunización frente a la covid-19 y sus variantes, sobre todo en aquellos países donde las vacunas no llegan con la suficiente fluidez o la resistencia social a su uso sigue siendo muy alta a pesar de las evidencias. Aun así, están revisando a la baja sus previsiones como acaba de hacer el FMI.
En nuestra área de influencia, hay circunstancias adicionales que pueden contribuir a que la economía recupere su vigor. Me refiero, por un lado, al compromiso del Banco Central Europeo de mantener las condiciones favorables de acceso a la financiación para los agentes privados y públicos. Y, por otro, al programa Next Generation de la Unión Europea, que está llamado a facilitar los cambios estructurales necesarios para garantizar un crecimiento a largo plazo. Estoy convencido de que si los proyectos que se acojan a ese programa son objeto de una selección rigurosa y el dinero llega a tiempo a donde tiene que llegar, el tejido productivo no sólo se va a recomponer, sino que se modernizará a un ritmo muy superior al que lo hubiera hecho en condiciones normales.
¿Es optimista, entonces, respecto a lo que puede depararnos 2022?
Quiero ser optimista, pero no subestimo las amenazas e incertidumbres que acechan a la economía mundial. A algunas he hecho mención ya, como la inflación, y habría que enfatizar también las tensiones geopolíticas, que son serias y variadas, y los costes asociados a la necesaria transición energética.
En el corto plazo, una de las más graves sigue siendo que nos creamos que la lucha contra el virus está ganada y perdamos el sentido de la responsabilidad y la prudencia que supimos mantener durante los peores momentos de la pandemia.
Obviamente, la alta capacidad de contagio de la nueva variante preponderante, Ómicron, está creando una preocupación generalizada, aunque afortunadamente parece ser menos dañina que las variantes anteriores.
Nadie quiere que vuelvan las restricciones a la movilidad que tanto cambiaron nuestros hábitos de vida y tanto daño hicieron a todos los sectores de la economía, sobre todo al de los servicios. Pero este hecho depende principalmente de nosotros mismos y, por supuesto, también del acierto de las autoridades a la hora de encontrar el necesario equilibrio entre la preservación de la salud y la actividad económica.
¿Cómo ve al sector financiero?
Los bancos jugaron un papel relevante durante el primer año de la pandemia. Evitaron que la iliquidez, derivada de la falta de ingresos por las restricciones a la movilidad, trajera consigo una crisis generalizada de solvencia empresarial, que habría tenido consecuencias catastróficas. Las entidades también hicieron un esfuerzo notable para fortalecer sus balances en previsión de un eventual aumento de la morosidad.
Gracias a ello, el sector financiero afrontó 2021 con solidez, como quedó de manifiesto en las pruebas de resistencia realizadas durante el mes de julio, bajo la coordinación de la Autoridad Bancaria Europea sobre los 50 bancos más importantes de la Unión. Todos los grupos españoles participantes en los test demostraron disponer de niveles de capital satisfactorios para afrontar el escenario teórico más adverso, que preveía tres años de depresión continuada por culpa de la crisis sanitaria.
Por cierto, que, en esas pruebas, las más severas planteadas nunca por la EBA, Bankinter obtuvo la mejor nota de todas las entidades de nuestro país y la tercera mejor de las 50 analizadas, lo que pone de manifiesto, a escala europea, la solidez de nuestro modelo de negocio, la fortaleza de nuestro balance y cuenta de resultados y, por ende, nuestra resiliencia ante los severos escenarios planteados.
Pero a los accionistas no les ha salido gratis que la banca llegara a 2021 en tan buenas condiciones.
Durante buena parte de los dos últimos años, por recomendación del BCE, quedaron en suspenso el reparto de dividendos y la recompra de acciones; una medida de carácter general e indiscriminado, que no tenía en cuenta la situación específica de cada entidad. Eso impidió retribuir con normalidad a los accionistas, lo cual tuvo efectos muy desfavorables en la valoración bursátil de todo el sector.
La prohibición fue levantada cuando el panorama creado por la pandemia se empezó a despejar y eso nos permitió pagar el 1 de octubre de 2021 un dividendo a cuenta íntegramente en efectivo de 0,13 euros por acción con cargo a los resultados del ejercicio, sin incluir la plusvalía derivada de la salida a Bolsa de Línea Directa. En total se repartieron 119,78 millones, con un incremento del 168% respecto a los 44,72 millones de 2020.
Asimismo, el banco volvió a abonar el 30 de diciembre un segundo dividendo con cargo a los mismos resultados por un importe bruto de 0,0514 euros por acción, lo que supuso un importe íntegramente en efectivo de 46,26 millones de euros.
En definitiva, una vez levantadas las limitaciones a los dividendos, nuestro compromiso es mantener un pay out, o porcentaje del beneficio neto que se distribuye entre los accionistas, del 50%, porque creemos que la situación del Banco lo permite sobradamente. Para alcanzar ese objetivo, el Consejo de Administración propondrá a la Junta de Accionistas el correspondiente dividendo complementario.
¿Admite la situación del banco esa retribución?
Sin duda ninguna. Los resultados de las pruebas de resistencia, a los que me he referido antes, son concluyentes. Y la evolución de los distintos negocios de Bankinter en 2021, que detalla la consejera delegada en las páginas siguientes, también fue muy buena, gracias al extraordinario trabajo de nuestros profesionales y a la creciente comercialización de productos y servicios financieros de alto valor añadido, basados en la innovación y en la especialización
Además de estas realidades, las expectativas para el banco son halagüeñas, según ratificaron el año pasado dos de las grandes agencias de calificación. S&P mantuvo en junio el rating de Bankinter en BBB+ y subió un escalón su perspectiva de ‘negativa’ a ‘estable’, igual que hizo en noviembre DBR. En ambos casos se consideraba que los efectos de la segregación de Línea Directa se verán compensados por un aumento de los ingresos de la actividad bancaria y por la presencia de Bankinter en los mercados internacionales.
¿Qué papel juega la Sostenibilidad en el presente y el futuro del banco?
Actuar con integridad, desarrollar políticas de igualdad y no discriminación, trabajar activamente en favor de la gestión medioambiental y mantener buenas relaciones con los grupos de interés son factores que, además de su profunda raíz ética, atraen talento, clientes y capital. Los inversores cada vez miran con mejores ojos a las empresas socialmente responsables, porque se ha demostrado que son más rentables. También los supervisores bancarios comparten esta visión y promueven la integración de los criterios sostenibles en todas las actividades del negocio, como demuestra la prueba de estrés climático que está prevista se desarrolle en 2022.
Bankinter es consciente desde hace años de la importancia estratégica de la Sostenibilidad. Fuimos los primeros de la banca española en medir la huella de carbono en 2009 y posteriormente de registrarla. Ahora hay una concienciación mucho mayor en este tema, pero Bankinter lleva muchos años siendo un banco sostenible. Esta estrategia ha ido impregnando nuestra actividad, al amparo de un plan denominado 3D, porque se desarrolla en torno a tres dimensiones: Económica, Ambiental y Social.
En 2021, por ejemplo, Bankinter lanzó su primera hipoteca verde, destinada a la financiación de viviendas altamente eficientes desde el punto de vista de la lucha contra el cambio climático, y llegó a un acuerdo con Endesa (X) y con OHLA para facilitar la rehabilitación energética en las comunidades de vecinos aprovechando los fondos del programa Next Generation. El banco también creó un indicador –un rating verde– que mide la vulnerabilidad de sus clientes corporativos ante los efectos del cambio climático y, en el ámbito interno, puso en marcha una novedosa iniciativa, la plataforma de Bankinter Healthy, que fomenta los hábitos de vida saludables entre sus empleados de España, Portugal y Luxemburgo.
Fruto de la apuesta de Bankinter por la sostenibilidad ha sido su reciente renovación, por cuarto año consecutivo, en el índice Dow Jones Sustainability, en el que cotizan las compañías financieras y no financieras con mejores prácticas en la materia, y su incorporación el pasado verano al índice ESG Euronext Vigeo Eiris Eurozona 120.
En octubre, el banco se adhirió a la Net Zero Banking Alliance, una organización auspiciada por la ONU y por la propia industria financiera, reforzando así su compromiso de llegar a cero emisiones netas en sus operaciones de inversión y financiación en 2050, en línea con los objetivos más ambiciosos establecidos por el Acuerdo Climático de París. Por lo que se refiere a sus propias emisiones, Bankinter es neutral desde 2020.
¿Cómo va la Fundación?
Creo que no exagero si digo que se ha convertido en un instrumento esencial para anticipar las grandes tendencias del futuro en materia de innovación, a partir de un ecosistema global, multidisciplinar y disruptivo de profesionales de diferentes ámbitos. Esos expertos generan conocimiento que luego compartimos mediante la educación y la divulgación, además de hacerlo realidad impulsando el emprendimiento.
Los programas de la Fundación continúan funcionando a buen ritmo, a pesar de las dificultades derivadas de la pandemia. El think tank Future Trends Forum presentó en 2021 sendos informes sobre la confianza en la era digital y el futuro del trabajo. Más de 143 universitarios participaron en las actividades de Akademia, poniendo en práctica los conocimientos adquiridos en su etapa formativa. El programa Startups profundizó en la evolución de estas empresas hacia scaleups, al ganar tamaño y capacidad de impacto a largo plazo en la sociedad. Y Cre100do prosiguió con su labor de apoyo a las mejores medianas empresas de España apoyándolas para crecer mediante el talento, la cultura, la organización y la tecnología.
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