Cuando se acercan las vacaciones, puentes o festivos, es un buen momento para reflexionar qué hacemos con nuestro tiempo libre, un recurso escaso y valioso que queremos emplear lo mejor posible.
Cómo y dónde disfrutarlo es una cuestión muy personal que depende de nuestros gustos y posibilidades pero no está de más conocer lo que dicen los psicólogos y economistas del comportamiento que han estudiado cómo nos planteamos las vacaciones.
Para empezar nos dicen que cuando nos disponemos a pasar nuestro tiempo libre es frecuente que no sepamos bien lo que queremos.
Nos vamos de vacaciones por todo tipo de razones, por puro hedonismo, para descansar, para aprender sobre otros lugares, para ponernos a prueba, para distraer a nuestros hijos, para ser la envidia de amigos y compañeros de trabajo, etc., y nuestras expectativas pueden hacer difícil saber qué necesitamos verdaderamente de las vacaciones.
Fuente: Informe anual Turismo Andalucía
Momentos de disfrute intenso o frustración ocultan el resto de las vacaciones
Dan Ariely, un economista del comportamiento de la Universidad de Duke, dice que aunque nos tomamos muchas molestias para disfrutar de nuestro ocio no acabamos de entender cuál es el placer de unas buenas vacaciones.
Por ejemplo, cuando pensamos en la duración de las vacaciones, por definición nos parece que deben ser lo más largas posibles, y sin embargo cuando las recordamos se nos imponen los momentos más intensamente felices o dolorosos, y no sabemos valorar y sacar partido del resto del tiempo aparentemente más trivial.
Esto significa que si tenemos que sacrificar el número de días de ocio para tener experiencias que nos proporcionan más deleite no debemos dudar, nos convienen las vacaciones más cortas pero con mayor disfrute.
Hay que tener buen cuidado con los momentos bajos. Una riña con nuestros compañeros, alguna enfermedad inoportuna, frustraciones, etc., pueden malograr un viaje porque, las experiencias más penosas oscurecen todas las demás, durante y después de las vacaciones.
Las mejores vacaciones, aquellas sin expectativas
Los psicólogos Leigh Thompson y Terence Mitchell publicaron los resultados del estudio “Vacaciones: no lo que tú recuerdas”, basado en las respuestas a sus cuestionarios antes, durante, y después de las vacaciones.
Encontraron que los encuestados en general no disfrutaron mucho de unas vacaciones en las que habían puesto demasiadas expectativas. Las preocupaciones logísticas, las decepciones y el empeño en ir a lugares determinados con la obligación autoimpuesta de entretenerse pesaron más que el placer que consiguieron. Sin embargo, días después de su regreso recordaban estas experiencias con agrado.
¿Qué pasa si las vacaciones no pueden ser tan intensas como queremos que sean? o ¿qué pasa si sencillamente decidimos descansar algunos días en el campo?
Las personas que tienen una capacidad inconsciente para adaptarse a sus circunstancias, sean buenas o malas, disfrutarán enormemente del cambio de aires aunque no vivan acontecimientos especialmente extraordinarios, porque son capaces de mantener el disfrute y el valor de la novedad continuamente en su ánimo.
Así que podemos ponernos como objetivo de las vacaciones cómo estar con nosotros mismos y con nuestros acompañantes felizmente, sin importar demasiado donde...lo que no es poco.
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