¿Cuántas veces has oído que la prioridad de la UE es combatir el cambio climático?.Seguro que muchas. Lo que igual no has escuchado tanto es que el llamado objetivo 20/20 no solo persigue reducir en Europa las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20% para 2020 (y aumentar en la misma proporción las energías renovables y la eficiencia energética) sino que tiene un componente más ambicioso de liderazgo industrial, fomento del empleo y reducción de la exclusión social y del abandono escolar.
Escepticismos aparte –este programa se aprobó en 2012 y la crisis lo hace más necesario pero también más complicado–, este programa estratégico enmarca un debate que cobra protagonismo en España: la reindustrialización.
La economía española se encuentra tres puntos por debajo de la media de la zona euro en cuanto a industrialización. El peso de la industria en el PIB español ha pasado del 39% en los años setenta al 15,5% en la actualidad. Y debería situarse, de acuerdo con el programa 20/20, en un 20% dentro de cuatro años, “lo que implica duplicar el esfuerzo a realizar en los próximos cuatro. Años”, señala desde el Consejo General de Economistas.
Fuente: INE
La empresa española es de tamaño medio más pequeña que la europea y, salvo excepciones, se concentra en sectores de insuficiente valor añadido relativo, sostiene el análisis que este organismo ha realizado, en colaboración con la Universidad Camilo José Cela, de las Políticas industriales para la competitividad de España.
Fuente: Revista 3CONOMI4 del Consejo General de Economistas y la Universidad Camilo José Cela
Por eso desde los economistas prefieren hablar de “políticas industriales” en plural para avanzar hacia una competencia sostenible.
Las principales ideas contra el cambio climático
- Reconocer la centralidad de la empresa privada y la mejora de la productividad de largo plazo.
- Incorporar el conocimiento y la innovación en los procesos productivos.
- Procurar la transformación productiva de la oferta industrial. La nueva política industrial ha de incorporar crecientes dosis de actividades que están generalmente ligadas al sector servicios, especialmente lo que se ha venido a llamar servicios a la producción (consultoría, diseño, informática), y servicios tales como salud y educación.
- Dar prioridad política a la reforma de la educación, especialmente de la formación profesional, y a la I+D+i.
- Las políticas industriales del futuro serán fundamentalmente de carácter microeconómico, y debieran enfatizar instrumentos de demanda más que el activismo público en forma de subvenciones.
- Basar la acción en la consolidación de ecosistemas de innovación eficientes, y en la cooperación entre los sectores públicos y privado
- La complejidad de la nueva política industrial exige la evaluación permanente del uso de los recursos y del cumplimiento de los objetivos.
“La realidad industrial ha cambiado. El consumidor es muy selectivo y variopinto, y demanda productos más personalizados. Hoy la industria ya no pivota exclusivamente sobre grandes conglomerados empresariales.
Ahora una empresa automovilística más que fabricar coches lo que hace es ensamblar piezas que, en muchos casos, son elaboradas por factorías de un tamaño más manejable. Esto posibilita producir series más cortas y con una gran especialización técnica, lo que permite atender las necesidades de este nuevo perfil de cliente.
España podría jugar un papel clave en esta nueva realidad si no pierde esta oportunidad que se nos brinda”, señala Valentín Pich, presidente del Consejo General de Economistas.
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