Los padres siempre se preocupan de los hijos, pero llega un momento de la vida en el que las tornas se dan la vuelta y son los hijos los que tienen que ocuparse del cuidado los primeros. Un salto que vemos lógico dar cuando se trata de atender la salud y bienestar físico de nuestros mayores pero que cuesta más cuando se trata de ayudar a los padres en la gestión de sus finanzas.
Cuando dar el paso dependerá de muchos factores, pero es ineludible si se detectan problemas cognitivos. A priori es muy normal que los padres se resistan a que la familia (los hijos) supervisen las finanzas por una cuestión de educación en la que afloran sentimientos de desconfianza o miedo a ser tratados como niños. Por eso es importante hacerles ver que este ejercicio de acompañamiento se hace desde el respeto a su autonomía personal.
Primer paso, hablar
Lo recomendable es tener, lo antes posible (la jubilación de los padres puede ser un buen momento), una charla familiar en la que plantear situaciones. ¿Qué pasa si…? Y sugerir posibles situaciones en las que los propios padres se den cuenta de que pueden necesitar apoyo.
Es bueno también que los hijos conozcan la situación financiera de sus padres. Si esta es o no desahogada. Si viven cómodamente con la pensión o, por el contrario, tienen un patrimonio financiero invertido y conocer, si existen, las inversiones que tienen en el momento actual.
La familia es el mejor apoyo
Siempre que sea posible, comparte la información financiera de los padres con todos los hijos o incluso con sus hermanos. La familia es el mejor apoyo y constituye una vía de comunicación que puede minimizar malentendidos. Lo ideal es que se compartan las decisiones financieras de modo que el peso de la decisión no recaiga en una sola persona.
La organización es vital en las finanzas
Cuando se trate de ayudar a padres de edad avanzada la organización será uno de nuestros mayores aliados. Organizar documentos legales, pólizas de seguro, escrituras, testamentos, etc… nos ayudará a tener control físico de la documentación asociada a nuestras finanzas. A la vez que organizamos, podemos comprobar que todo está vigente y actualizado, así como todas las cuentas bancarias en regla. Cuando organicemos no nos olvidemos de la seguridad, es decir, comprobemos que la información confidencial la guardamos en un lugar seguro.
Mantén separadas las finanzas
Intenta no mezclar las finanzas personales con las de nuestros padres. Por supuesto que hay que ayudar en todo lo posible a nuestros progenitores, pero sin poner en riesgo nuestras propias metas de inversión o jubilación.