EFT son las siglas en inglés de Exchange Traded Funds, un producto que en España se conoce como fondo cotizado. En este artículo te contamos qué es un ETF, qué tipos existen y cuáles son sus principales características.
¿Qué son los ETFs o fondos de inversión cotizados?
El objetivo original de un fondo cotizado o ETF (Exchange-Traded Fund) es replicar la evolución de un determinado índice (por ejemplo el FTSE 1001) y ofrecerle la misma rentabilidad que la de este índice, menos las comisiones. Al igual que los fondos de inversión, los ETFs brindan a los inversores acceso a una cartera de empresas (acciones), bonos u otras clases de activos (por ejemplo, materias primas o bienes inmobiliarios). Sin embargo, la evolución de los ETF es constante y en los últimos tiempos, los ETF de gestión activa han ganado protagonismo. Estos ETF, al contrario de los indexados, buscan batir al mercado, apoyándose en las decisiones del equipo gestor, de la misma manera que sucede con los fondos de inversión de gestión activa tradicionales.
Al igual que las acciones, las participaciones de un ETF pueden comprarse y venderse en bolsa. Por tanto, los ETFs combinan las ventajas de los fondos de inversión (diversificación) y las de las acciones (facilidad de negociación). Como en toda inversión, existe un riesgo de pérdida de capital y de ingresos. La liquidez de los productos no está garantizada.
Tipos de ETFs
En términos generales, existen dos tipos de ETFs que se diferencian por los tipos de activos subyacentes que componen la cartera del fondo cotizado.
- ETFs de réplica física. Un ETF de réplica física compra en mercado los títulos del índice que pretende replicar, por lo que el inversor final posee los títulos subyacentes. Existen dos tipos de réplica física: réplica total de índice, en la que la cartera incluye todos los componentes con la misma ponderación que el índice; o réplica optimizada, en la que la cartera no incluye todos los componentes, especialmente cuando se trata de un índice amplio. En el caso de los índices de mayor tamaño, replicar el índice en su totalidad resultaría demasiado costoso y poco eficiente, por lo que en los ETF con menor patrimonio, construyen su cartera tomando una muestra significativa del índice que pretenden replicar.
- ETF de réplica sintética. El ETF de réplica sintética compra un instrumento derivado, habitualmente un “performance swap”. En este tipo de contrato, el ETF recibe de una contraparte un rendimiento igual al del índice replicado menos una comisión (el “coste del swap”). Los ETF de réplica sintética suelen replicar en mejor medida al índice (menor tracking error), e incluso pueden batirlo, ya que podrían evitar costes como impuestos en origen en repartos de dividendos (por ejemplo). Por otra parte, son muy útiles y eficaces a la hora de obtener exposición a mercados menos accesibles como los de materias primas o de países emergentes. Por otra parte, hay que tener en cuenta que existiría un riesgo adicional, y es el riesgo de contrapartida de la entidad que proporciona el swap.
Ventajas de los ETFs
- Eficiencia, acceso y liquidez. Las participaciones de ETFs se negocian en bolsa, lo que permite invertir, incrementar la inversión, o deshacerla fácilmente. Comprar es tan fácil como vender.
- Eficiencia en costes. Los ETFs tienen costes a menudo inferiores a los de otros tipos de fondos de inversión, incluso teniendo en cuenta los costes de operativa y custodia.
- Transparencia. Con los ETFs, tiene un mayor control sobre sus inversiones y sabe precisamente en qué invierte. Puede consultar a diario los valores incluidos en la cartera del fondo, así como su rentabilidad y costes.
- Diversificación y flexibilidad. El ETF está compuesto por una cesta diversificada de activos y, además, da acceso a una multitud de opciones de inversión, que cubren un amplio abanico de clases de activos, sectores y zonas geográficas. Esta variedad permite diversificar el riesgo y no poner todos los huevos en la misma cesta.
¿Qué riesgos conllevan los ETFs?
Es importante entender que los ETFs no gozan de ninguna garantía: como en el caso de cualquier inversión en renta variable o fija, existe un riesgo de pérdida del capital invertido inicialmente.
Hay muchas clases de ETFs y algunas son más arriesgadas que otras. Si inviertes en un ETF que mantiene títulos denominados en una moneda distinta a la tuya (p.ej., un ETF de renta variable japonés), sus rentas podrán verse afectadas por variaciones del tipo de cambio (EUR/JPY). Existen ETFs específicos con cobertura (los denominados “hedged”) para minimizar el riesgo de divisa.
Los ETF indexados o de gestión pasiva están diseñados para replicar el comportamiento de un índice, con unos costes inferiores a los de los fondos tradicionales, mientras que la evolución de los ETF de gestión activa dependerá de las decisiones de inversión del equipo gestor. Sin embargo, cabe recordar que no se puede invertir directamente en un índice, por lo que un ETF es un instrumento que nos permite hacerlo de una manera muy ágil.
¿Cómo es la liquidez de los ETFs?
Los fondos cotizados son productos de inversión que tienen gran liquidez. A la hora de negociarlos, el inversor puede comprarlos y venderlos en cualquier momento de la sesión bursátil. Para ello, existen proveedores de liquidez (creadores de mercado o Market makers) que facilitan la entrada y salida a los mismos mediante su presencia en el mercado tanto a la compra como a la venta.