¿Ajuste transitorio o agotamiento del modelo de crecimiento en China? Esta es la cuestión clave en un contexto económico global más frágil y complicado por la debilidad de las economías emergentes.
El ciclo continuará siendo expansivo en las economías desarrolladas, pero con tasas de crecimiento modestas y dependientes del apoyo de los bancos centrales.
Brasil se queda sin gasolina (y no sólo por Petrobras)
Junto con la desaceleración de China, el rápido e intenso deterioro que está sufriendo la economía brasileña constituye una amenaza relevante para el ciclo global.
El PIB acumula 2 trimestres de contracción y la tasa interanual se ha situado en -2,6%. Este retroceso es un fiel reflejo de los profundos problemas estructurales de Brasil: un modelo de crecimiento muy dependiente de la demanda de materias primas y de una expansión del consumo que ha llegado a su fin debido al repunte de desempleo (desde 4,9% hasta 7,5% en 12 meses) y una inflación fuera de control (9,6% a/a) a pesar de que el BC ha subido el tipo de interés hasta el 14,25% (+250 p.b. a lo largo de 2015).
Las perspectivas de futuro son aún menos alentadoras. El déficit de inversión en capital e infraestructuras se agravará tras los escándalos de corrupción de Petrobras en los que podrían estar implicados altos cargos de las principales compañías y el gobierno actual del país.
Además, el déficit público ha aumentado hasta el 8,8% y Dilma Rousseff se encuentra en una situación de debilidad que complica la aprobación parlamentaria de medidas de consolidación fiscal. En este contexto, el desenlace más probable es una rebaja del rating actual de BBB- que situaría la deuda de Brasil en el nivel de bono basura y acentuaría la depreciación del real.
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