Contemplar el futuro de los niños desde un punto de vista económico es pensar en qué van a necesitar a medida que vayan cumpliendo años. La previsión de esas necesidades nos lleva al concepto de ahorro, que no es otra cosa que desplazar dinero actual hacia el futuro con la intención de satisfacer determinadas necesidades que sabemos que se van a presentar.
Ahorrar para aprender y aprender para ahorrar
Las necesidades en el futuro de los niños están claras. Además de las básicas, la más importante es la educación, que desde el punto de vista del ahorro supone la adquisición de conocimientos para poder asegurarse un buen nivel de vida.
La educación es una responsabilidad que recae fundamentalmente sobre la familia y los centros educativos. Esta requiere medios económicos que varían con los años, como: ordenadores y otros equipos informáticos, estancias en el marco del programa Erasmus, una formación postgrado, compras de material escolar… Es importante que desde pequeños aprendan a valorar el esfuerzo del ahorro y cómo es necesario para su día a día.
El ahorro de los niños es educativo en sí mismo. Por eso es importante que ellos sean partícipes desde pequeños en sus gastos y que aprendan a diferenciar entre los gastos básicos y los gastos superfluos.
Hay que romper con un tabú muy extendido que ve el contacto de los niños con el dinero, con la economía, como algo no deseable. El dinero va a formar parte de su vida y es importante que lo niños aprendan que el dinero no es un instrumento mágico que les permite consumir, sino el resultado del esfuerzo y del trabajo.