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Especial 50 aniversario
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04. El gran salto
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En 1973 Bankinter obtuvo la autorización para cotizar en Bolsa. Una de las mayores satisfacciones en todo este tiempo fue su proclamación, en 2013, como el banco más rentable para el accionista de los 47 que forman el índice Euro Stoxx y el segundo valor más rentable del Ibex 35.

En 1987, al calor de la liberalización de los tipos de interés, Bankinter lanzó el Depósito Especial, uno de los grandes hitos de su historia. En poco tiempo, los recursos de los clientes subieron un 70%, frente al 10% del resto de la banca.

Salida a Bolsa: de dos accionistas a más de 30.000


En 1972, por iniciativa personal de su presidente, Emilio Botín Sanz de Sautuola y López, Bankinter tomó una decisión trascendental: la apertura a nuevos socios. Lo hizo en dos fases: en agosto de ese año, cedió los derechos de una ampliación de capital a los accionistas del Santander y, ya en 1973, solicitó y obtuvo la autorización para cotizar en Bolsa. Si desde su nacimiento Bankinter había tenido sólo dos propietarios, al terminar el proceso contaba con más de 30.000. Santander y Bank of America seguían siendo los grandes referentes, pero su participación era mucho menor tras haberse desprendido de una porción de ella.

Las razones de la salida a Bolsa no diferían de las habituales en estos casos: facilitaba un mecanismo de liquidez para el accionista; permitía poner en valor la inversión, al fijar el precio al que se podían comprar o vender los títulos; ofrecía una vía de financiación estable a largo plazo, y constituía un verdadero prestigio, pues cotizar en Bolsa no estaba ni está al alcance de todo el mundo. La operación fue todo un éxito, que hizo visible el notable grado de madurez alcanzado por el banco en poco más de siete años de vida.

La Bolsa sería también, ya en la década de los ochenta, el procedimiento utilizado por los dos socios fundadores para retirarse por completo del capital de Bankinter. Santander y Bank of America lo habían alumbrado en 1965, aprovechando la apertura del sistema financiero aprobada por el Gobierno; lo habían convertido en un banco competitivo, y habían ampliado la base accionarial. Después de todo ello, creyeron llegado el momento de poner punto final a su participación institucional en aquella aventura, aunque el apellido Botín continuaría estrechamente vinculado a la entidad y todavía lo sigue estando hoy.

La presencia en el mercado, como es natural, ha proporcionado a Bankinter sinsabores y alegrías a lo largo de todos estos años. Pero una de las mayores satisfacciones fue, sin duda, su proclamación en 2013 y 2014 como el banco más rentable para el accionista de los 47 que forman parte del índice Euro Stoxx y el segundo valor más rentable del Ibex 35. No en vano, Bankinter empezó ese ejercicio con una capitalización de 1.770 millones de euros y lo cerró en 4.500 millones, lo que equivale a una subida del 150% en números redondos.

El porqué de tan espectacular subida hay que buscarlo en los buenos resultados trimestrales que fue presentando a lo largo del año, en el aumento de las expectativas del beneficio apuntado por los analistas y en la mejoría general de la percepción exterior de las empresas españolas, que se tradujo en una significativa caída de la prima de riesgo. Publicaron informes favorables a Bankinter el HSBC, el Santander y Citibank; y Standard & Poor´s subió el rating de “estable” a “positivo”.

Madrid, años 70. Inversores y corredores de Bolsa en el patio de la Bolsa de Madrid.

Vista de dos oficinas de Bankinter donde se publicita el Depósito Especial.

El bombazo del Depósito Especial



Los bonos de caja fueron el producto estrella de Bankinter durante muchos años y le dotaron de la potencia financiera necesaria para su expansión. Sin embargo, esa estrella se vería eclipsada por el Depósito Especial, lanzado en 1987 al calor de la liberación de los tipos de interés decidida entonces por el Gobierno. Ofrecía una remuneración del 14%, del 15% y hasta del 16%, absolutamente impensable ahora y, gracias a él, el banco rompió moldes.

El Depósito Especial fue lanzado en una época parecida a la actual, cuando España acababa de atravesar una dura crisis económica, que se dio por concluida en 1985. Bankinter tuvo la suerte de que aquella circunstancia le pillara muy fresco, con las ideas bastante claras sobre lo que quería hacer y cómo quería hacerlo, siempre de forma distinta a los demás. Y eso le proporcionó una indudable ventaja respecto de sus más inmediatos competidores, que reaccionaron tarde y no supieron aprovechar la oportunidad que se presentaba.

Los más veteranos de la entidad todavía recuerdan las larguísimas colas que se formaban todos los días en las oficinas para la contratación de depósitos. Hasta el punto de que algunos clientes, no queriendo o no pudiendo guardar cola, optaban por pasar su dinero en sobres por debajo de los blindajes y regresar después a formalizar la operación cuando las cosas se habían calmado. Como consecuencia de ello, los recursos de clientes de Bankinter subieron en poco tiempo nada menos que un 70%, frente al 10% del resto de la banca. Este producto se convirtió en el motor de crecimiento del banco, permitiéndoles en los dos años siguientes duplicar la cuenta de resultados y el balance.

La agresiva estrategia de captación de pasivo que acompañó al lanzamiento del Depósito Especial permitió que la entidad diera un formidable paso adelante. No sólo aumentaron los recursos sino también el número de empleados y de sucursales. Se llegó a inaugurar una al mes, e incluso hubo que contratar personal sólo para atender esa espectacular demanda. Si los bonos de caja se tuvieron que vender puerta a puerta, metiéndose literalmente en la casa de los clientes, el Depósito Especial no había más que despacharlo. Incluso el sistema informático se colapsó por la magnitud de la avalancha de altas.

El Depósito Especial no sólo marcó un hito en los primeros cincuenta años de vida de Bankinter. Fue también la constatación de que podía hacer banca comercial, cosa no precisamente menor tratándose de una entidad que había nacido con el objetivo de financiar inversiones industriales.



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