En Nueva Orleans, existe una planta de montaje llamada Michoud en el que la NASA está fabricando el que posiblemente sea su proyecto más importante, el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS).
El SLS será un vehículo capaz de llevar hombres y carga a Marte. De acuerdo con los planes de la agencia espacial norteamericana el viaje durará un año y se prevé que los hombres que lo hagan bajen al planeta y permanezcan en él varias semanas.
Los críticos del nuevo programa sostienen que además de ser más político que científico, ya que ha sido impulsado en gran medida por congresistas y senadores, "recicla" componentes de otras naves y proyectos anteriores por lo que el vehículo será un "cohete Frankenstein" con piezas que ya han dado problemas en ocasiones anteriores.
Se prevé que solo en los próximos diez años el coste de este proyecto sea de 60.000 millones de dólares y, según estimaciones independientes, posteriormente llevar hombres a Marte tendrá un coste total de más de medio billón de dólares.
El plan es a largo plazo, 25 años, y antes de dirigir la nave hacia el planeta rojo se harán experimentos enviando hombres a la Luna y cohetes sin tripulación a otros destinos. Entre las etapas intermedias está previsto un vuelo, que todavía no tiene fecha, que supondrá enviar hombres más lejos de la Tierra que nunca.
Las críticas más importantes al programa son:
1. Su elevado coste económico,
2. Que para lograr los objetivos científicos no es necesario enviar hombres y bastaría con sondas (aunque, los que defienden las misiones tripuladas, creen que con ellas los logros científicos son mayores),
3. Que la opinión pública norteamericana es muy sensible a las catástrofes espaciales y la misión a Marte entraña riesgos.
Los expertos por su parte opinan que el mayor problema es técnico debido a las tareas que habría que realizar durante el vuelo entre las que estaría fabricar hábitats, vehículos interplanetarios y depósitos de combustible.
Aunque parezca inverosímil el principal argumento a favor de los vuelos tripulados a Marte es que permitirán explorar lugares donde los humanos puedan vivir.
Según la revista "Investigación y Ciencia", "en tres años, el proyecto se ha deslizado con suavidad de los informes sobre el diseño a las primeras etapas de fabricación. Se trata de un progreso muy rápido para un cohete nuevo, de gran tamaño y destinado a transportar astronautas".
Al ser un proyecto a largo plazo todo dependerá de lo que decidan las siguientes administraciones norteamericanas ya que no hay consenso sobre el objetivo que debe tener la exploración del espacio. Muchos opinan que más prioritario que llegar a Marte es seguir explorando la Luna o los asteroides que "permiten estudiar el origen del sistema solar y aprender a desviar o destruir alguno que se dirija hacia la Tierra".
No obstante, desde hace decenas de años la humanidad sueña con Marte aunque esos sueños eran lo contrario a la realidad que hora se fragua. No van a ser los marcianos quienes invadan la Tierra sino los terrícolas los que, si todo va bien, invadan Marte aunque no se sepa muy bien para qué.
Como falta muchos años para que eso ocurra, y mientras esperamos, podemos volver a leer aquellos libros que anticiparon e incitaron lo que hoy está sucediendo.
En internet es fácil encontrar "De la Tierra a la Luna" de Julio Verne, que a su vez inspiró una de las primeras películas de la historia, "Viaje a la Luna" de Georges Meliès, una joya de doce minutos que merece la pena ver.
Pero para saber cómo se sentirán los marcianos cuando vean llegar a los terrícolas, podemos leer "La guerra de los mundos" de H.G. Wells que ha inspirado más de una película, entre ellas la de Spielberg del mismo título.
Pero sin duda el que mejor pudo comprobar el pánico que puede causar una invasión extraplanetaria fue el gran Orson Welles que precisamente se hizo famoso porque en un programa de radio hizo creer a los norteamericanos que los marcianos estaban invadiendo la Tierra.
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