Ya hace más de 200 años desde que, Benjamin Franklin, uno de los padres de la Constitución de Estados Unidos, acuñó su mítica frase: "En este mundo solo hay dos cosas seguras: la muerte y pagar impuestos". Así, mientras lo segundo es más o menos predecible, el fallecimiento es un evento seguro, pero incierto sobre cuándo ocurrirá.
Además de la pérdida humana y sentimental ya grave de por sí, el fallecimiento tiene consecuencias económicas para la familia y sus seres queridos. Por tanto, pese a que suele ser un tema relativamente tabú, es más que inteligente y responsable planificar financieramente su llegada y buscar protección para minimizar su impacto económico en nuestro círculo más cercano.
Dentro del ámbito doméstico, las consecuencias económicas de un fallecimiento las podemos separar en dos niveles:
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Inmediato: el coste de los servicios funerarios.
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Diferido: todo lo relacionado con la sucesión y el legado del patrimonio del fallecido (la herencia).
Incógnitas económicas alrededor de la muerte
El fallecimiento y sus gastos presentan algunas incógnitas difíciles de anticipar en el medio y largo plazo.
Por ejemplo:
a) La fecha de fallecimiento: Aunque la esperanza de vida en España en 2021 es de 83 años, varía tanto por sexo, como con el paso del tiempo, por no hablar de los casos inesperados.
b) Importe del coste de los servicios funerarios: Podemos conocer el coste de estos servicios en el presente, pero es difícil prever con años de anticipación cuál será su coste en el futuro, sobre todo en un entorno de alta inflación como el actual. Además, el coste también depende de la localidad, los servicios elegidos, etc. De acuerdo con diversas fuentes, podemos situar el coste medio de un servicio funerario básico a partir de los 3.700 euros.
Soluciones para evitar los costes de fallecimiento
Existen esencialmente dos soluciones para afrontar este momento.
a) Ahorrar: Una primera opción para evitar trasladar el coste de los servicios funerarios a nuestros seres queridos es ahorrar de forma periódica hasta acumular los recursos suficientes para hacer frente a los costes asociados al fallecimiento. Esta alternativa simple y sencilla, pero requiere de constancia de ahorro a largo plazo.
b) Contratar un seguro de decesos: Una alternativa para despreocuparnos de este gasto impredecible en el tiempo, pero seguro en su existencia, es contratar un seguro de decesos que cubra estos gastos (conocido popularmente como seguro de fallecimiento o incluso seguro de los muertos).
Esta es una modalidad de seguros exclusiva del mercado asegurador español que no se da en otros países y cuyo objetivo principal es prestar al asegurado los servicios necesarios en estos casos, como enterramiento o incineración, previstos en la póliza dentro del plazo cubierto por la misma.
El seguro de decesos, además, nos permite despreocuparnos del riesgo de fallecer de forma repentina o de que se produzca un alza inesperada del coste de los servicios funerarios, facilitando las gestiones y trámites a la familia en un momento especialmente doloroso y complicado.
De hecho, se trata de la alternativa más extendida y con mayor penetración en España para cubrir el coste asociado al fallecimiento, basten tres cifras que nos permiten ilustrar esta afirmación:
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De un total de 452.140 defunciones que se produjeron en el año 2021, un 61,8% fueron atendidas por el seguro de decesos, según los datos de ICEA y el INE.
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El 47% de los hogares tiene contratado un seguro de enterramiento.
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A cierre de 2021, había ocho millones de pólizas de decesos y 22 millones de asegurados, según ICEA.
