José Manuel García-Margallo nació en Madrid en 1944. Su formación académica está vinculada a los Jesuitas con los que estudió el bachillerato y la carrera, licenciándose en Derecho y Economía por la Universidad de Deusto, doctorándose en Derecho por la Universidad de Elche y cursando un Master of Law en la Universidad de Harvard.
Después de ganar las oposiciones a inspector técnico fiscal del Estado su vida profesional se ha desarrollado principalmente en la Administración Pública compatibilizando esa actividad con la docente en diversas universidades españolas.
Su vida política ha sido muy extensa. Fue elegido diputado en las Cortes Constituyentes de 1977 y a través de diferentes cargos su actividad se vinculó a materias como la política económica y monetaria y las relaciones con América Latina. En 2011 fue nombrado Ministro de Asuntos Exteriores, cargo que ejerció hasta 2016. Actualmente es Diputado en el Parlamento Europeo.
José Manuel García-Margallo es una “rara avis” en el panorama político español por varias razones:
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Es un intelectual con una obra publicada muy extensa lo que le entronca con la mejor tradición de políticos españoles. Los políticos, en general, pueden ser buenos “tecnócratas” o “gestores”, con un saber específico relacionado con una parte de la realidad, pero, también en general, carecen de una cultura amplia que da profundidad a cualquier gestión más allá de la coyuntura concreta. Cuando habla o escribe, García-Margallo contextualiza los problemas y los muestra en toda su complejidad superando normalmente las ópticas del debate común.
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Donde mejor se nota esta característica es en su conocimiento de la realidad internacional. Siempre, y estos meses lo estamos comprobando con crudeza, lo que ocurre en nuestro país depende de lo que ocurre en el mundo, no somos una realidad aislada, pero pocas veces se introduce en el debate político interno la coyuntura internacional. Sin embargo, García-Margallo nos recuerda con frecuencia que estamos dentro de la UE y que nuestro país debe responder a los problemas de acuerdo con sus socios y aliados.
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Quizás sea por esta visión universalista su vinculación a la política exterior ha sido una constante en él. Fue Ministro de Asuntos Exteriores de 2011 a 2016, pero, antes y después, ocupó y ocupa puestos relevantes en esta área. En estos momentos es miembro del Parlamento Europeo.
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Por su formación, economista y abogado por la Universidad de Deusto, Master of Law por la Universidad de Harvard, por sus inicios profesionales, ganó plaza de inspector técnico fiscal del Estado, por los primeros puestos que ocupó en la administración pública, jefe del Servicio de Estudios y Programación de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Hacienda, por todo ello y más, se puede afirmar otra cosa: su conocimiento de los asuntos económicos y monetarios es muy riguroso.
Como muestra de todo lo que acabamos de decir veamos algunas de sus opiniones más recientes sobre algunos de los grandes problemas que nos preocupan ahora.
España y Gibraltar
“El Brexit nos dio una oportunidad de oro, como nunca vamos a volver a tener, para arreglar todos los problemas pendientes, desde la cosoberanía hasta el desequilibrio económico entre Gibraltar y su entorno”.
Sobre Gibraltar tenía una propuesta con varias patas. “La primera era la cosoberanía en materia de relaciones exteriores durante un periodo de tiempo, 40 o 50 años a negociar, lo que permitía derribar la verja y que Gibraltar se incorporase plenamente y sin ninguna restricción a la Unión Europea. La segunda era la cosoberanía en tema de defensa, que cada vez se veía que era más importante. Una vez que se aceptase la cosoberanía, la grandes bases militares del Mediterráneo podían haber sido Gibraltar y Rota, sin los problemas que se plantean por la discusión sobre la jurisdicción de las aguas que tenemos todos los días. Si desaparecían, tenías ahí una gran base, cuando el gran problema estratégico de Europa va a ser África. Estaba el tema de la inmigración y a partir de ahí, todo el resto de las cosas se dejaban al autogobierno de Gibraltar, como está prevista en el artículo 144 de la Constitución Española. La tercera pata era la doble nacionalidad.
La cuarta, la más importante desde el punto de vista económico, el crear, una vez que Gibraltar aceptase la cosoberanía y formara parte de la Unión Europea totalmente, una zona económica especial que englobase el Peñón, el Campo de Gibraltar, Ceuta y Melilla. Zonas económicas especiales hay muchas en la Unión Europea.
Guerra de Ucrania
Para entender lo que pasa en Ucrania hay que comprender la política exterior rusa, una que busca mantener alejada a Occidente de sus dominios, una estrategia que ha seguido esa máxima desde Pedro el Grande. Rusia siempre ha intentado mantener un cinturón de seguridad para mantener a raya a sus enemigos, ese es el motivo por el que se firmó el pacto de Varsovia en 1955”.
“La tensión actual es cuando se ofrece a Georgia y a Ucrania entrar en las instituciones europeas, y eso provoca rupturas en la nación georgiana. A lo largo de los años, desde la presidencia ucraniana de Víctor Yanukovic no ha hecho más que tensionar la situación con el rifirrafe entre las instituciones occidentales y Rusia. El gobierno ruso está incumpliendo los tratados internacionales al llevar a cabo la invasión de Ucrania, para ellos las fronteras ucranianas son Rusia, es como para nosotros Asturias. Cuando occidente empezó a sondear su país vecino Rusia entendió que estaban dentro de su territorio cultural. El conflicto se solucionará con un alto al fuego y Ucrania se partirá en dos como ocurrió con Corea.
El final del conflicto será: se dividirá el país en dos hemisferios y la parte ucraniana deberá ser reconstruida por la Unión Europea. Ucrania será junto a Polonia el país con mayor fortaleza militar para bloquear toda aspiración expansionista de Vladimir Putin.
Una Unión Europea Federal
El destino de la UE es de carácter federal y en estos momentos estamos en uno de esos cambios históricos que pueden propiciar un impulso mayor hacia ese objetivo. La crisis financiera que la llevó a replantearse el modelo de crecimiento y la forzó a establecer mecanismos de rescate para aquellas economías que más habían sufrido, la del COVID, que provocó una reacción muy rápida, con el BCE empleándose a fondo, con cambios regulatorios muy importantes como la suspensión del pacto de estabilidad, y las ayudas a los países más importantes con emisión de deuda garantizada con el presupuesto de la Unión, prefigurarían ese camino hacia una Europa Federal. Un camino que ha sido ampliado a causa de la guerra de Ucrania que ha obligado a dar pasos hacia una política exterior más europea y una política de defensa común también más europea. “Lo que la Historia demuestra es que el proyecto europeo ha avanzado siempre en momentos de crisis”.
Dependencia energética de Europa
Sobre la dependencia energética de Europa ya habló en 2014, “la excesiva dependencia del gas ruso -en algunos países incluso total o prácticamente total- plantea un serio problema estratégico, no solo de precios sino sobre todo de suministros. Ante posibles problemas de abastecimiento, gran parte de Europa no tiene alternativas”.
“Mi tesis era que, si queremos tener más margen de maniobra sin tener que afrontar consecuencias que nos harían mucho daño, hay que buscar alternativas energéticas”.
España, gracias a sus conexiones gasísticas con Argelia y a las “siete estaciones de regasificación, más que ningún país de Europa, destinadas a regasificar el gas licuado que nos llega por buques metaneros”, está “en condiciones de suplir hasta un 40% el gas que viene de Rusia sin hacer nada”. “El problema es la inexistencia de conexión de nuestra red de gasoductos con la red europea extrapeninsular”. La solución sería “hacer unas ampliaciones de esos gasoductos de la Península Ibérica conectándolos con Francia y estableciéndole a la regasificación un porcentaje mayor”. Hacer realidad estas interconexiones costaría menos que fichar a un gran futbolista, unos 100 millones de euros.
Su opinión sobre la situación actual de nuestro país
Hace pocos meses García-Margallo publicó un libro, del que es coautor Fernando Eguidazu, exsecretario de Estado para la UE y actual consejero del Banco de España, titulado “España en su laberinto”, en él se expresa una idea profunda de nuestro país atendiendo a las tendencias a largo plazo y a la coyuntura histórica más cercana. Los autores consideran que la crisis económica mundial que se inició en 2007 marcó un punto de inflexión especifico en la Historia de nuestro país. Ese punto de inflexión supuso poner fin al periodo que se inició con la Transición “aquellos años de optimismo y energía en los que España estaba presente en los periódicos de todo el mundo para bien, cuando habíamos culminado la salida de una larga dictadura y recuperado la democracia, tras alumbrar un modelo que serviría de inspiración a otros países en similar coyuntura”.
Para superar la actual coyuntura, con la que Margallo es muy crítico, el libro propone aprender de la Historia y llega a la conclusión de que las grandes crisis que se acumularon en España en los siglos XIX y XX, solo se superaron con éxito en los casos en que prevalecieron los grandes acuerdos, el consenso. Un caso notable de éxito fue el de la Transición en la que Margallo ya tuvo un papel muy activo. Sabiendo de lo que habla, propone recuperar su espíritu y sus hábitos.