Los depósitos estructurados o referenciados y los depósitos mixtos o dobles son dos productos financieros para el ahorro ofrecidos por las entidades bancarias y que funcionan como una variación de los tradicionales depósitos a plazo fijo. ¿En qué se diferencian?
El depósito a plazo fijo ofrece una rentabilidad determinada, conocida desde la contratación. Los beneficios que producirá serán el resultado de aplicar un tipo de interés prefijado al importe por el que se formalice el depósito.
La principal diferencia de los depósitos estructurados es que, en este caso, la rentabilidad que producirá este producto estará condicionada a la evolución de un índice. De este modo, el importe que se recibirá en concepto de intereses en el momento del vencimiento dependerá del comportamiento que haya tenido el indicador de referencia que puede ser el Ibex 35 o las acciones de unas determinadas empresas.
Dependiendo de las condiciones particulares de cada depósito, puede ser que se establezca un tipo de interés mínimo que se recibirá al vencimiento si el índice no evoluciona de la forma esperada y otro tipo de interés superior si la evolución del índice cumple las expectativas. También puede ser que no se marque la rentabilidad mínima y que la obtención de beneficios quede ligada únicamente a que el índice cumpla con los resultados esperados. En este caso, llegado el vencimiento, el inversor recuperará su capital pero no obtendrá rentabilidad si no se han alcanzado esos resultados.
Los depósitos mixtos o dobles son una combinación de los depósitos a plazo fijo y de los depósitos referenciados. En este caso, una parte del capital se coloca en un depósito a plazo fijo por un periodo de tiempo y a un tipo de interés determinado. El resto del capital se destina a un depósito estructurado por un plazo de tiempo diferente y el cobro de los intereses de esta parte del depósito quedará condicionado a la evolución de su índice de referencia.
