El verano es sinónimo de ocio y ocio conlleva en muchas ocasiones... más gasto. Durante el periodo estival, los niños tienen a su alrededor muchos estímulos para pedir y comprar cosas y consecuentemente, gastar dinero. Por ello, durante las vacaciones podemos aprovechar para enseñarles a gestionar mejor el dinero. En el siguiente artículo te proponemos una práctica para ayudarles a entender el valor del dinero, sus posibilidades y también sus limitaciones.
Un helado, una gorra, una camiseta, un juguete para la playa, una colchoneta, un souvenir, una bicicleta, una vuelta en barca, clases de surf, comer en esa pizzería, subir a aquella atracción, dinero para ir a festivales, comprar un móvil nuevo para sacar mejores fotos... La lista peticiones que los niños y jóvenes pueden hacer durante el periodo veraniego puede ser interminable y también diferente en función de la edad y el entorno en el que se muevan. Sin embargo, sabemos que los presupuestos son finitos, pero que para ellos es dificil de entenderlo o al menos de comprender, dónde está el límite. Y es que, ¿quién no se ha sorprendido diciendo a los niños "¿tú te crees que el dinero cae del cielo? o "¿acaso te has creeído que soy el Banco de España?".
Es imposible -o al menos poco recomendable- concederle a los niños todas las peticiones que hacen. Durante el verano es más dificil aun cumplir con ello por varios motivos. Entre ellos está que hay más estímulos a nuestro alrededor, que también los mayores estamos más "sueltos" con el gasto y adicionalmente, que hay más tiempo para realizar actividades. Todo junto, unido a la predisposición a disfrutar y los caprichos, pueden poner en peligro el presupuesto previsto para las vacaciones y tener que sufrir a la vuelta la temida "Cuesta de septiembre". Y hay algo peor, podemos estar dando un mal ejemplo a los peques a la hora de gestionar el dinero, algo importante para su futuro.
Un rol play para aprender a gestionar el dinero
Por ello, necesitamos que los niños entiendan todo los relacionado con el dinero cuanto antes y la mejor manera de hacerlo es plantearlo con una especie de juego, que también podemos seguir los mayores si sabemos que tenenemos una peligrosa tendencia a gastar dinero de más.
Para ello, lo primero que tenemos que hacer es disponer de un presupuesto y trasladar también esa práctica a los pequeños. ¿Cómo? Una idea es proporcionarles una especie de "dinero de vacaciones" y que la administren durante todo el verano. Es decir, les daremos un dinero y les dejaremos claras 3 condiciones para disfrutarlo:
Objetivos
De esta forma buscamos 3 objetivos, que tendrán más o menos importancia en función de la edad:
Recompensas
En función de lo que queramos reforzar más (el ahorro, la gestión del dinero, el autocontrol en el gasto, el evitar la compras impulso, fomentar el compartir o invertir en experiencias, etc) podemos ir incentivando más o menos sus actuaciones.
Por ejemplo:
- Si queremos que compartan o que entiendan que es mejor invertir en experiencias que en comprar cosas, a medida que vayan comprando cosas les podemos ir ayudando a entender qué merece más la pena comprar preguntándoles por sus sensaciones. ¿Qué te ha hecho sentir mejor, comprarte ayer un refresco en la playa o invitar hoy tu amigo a una partida al futbolín?. De esta forma, le iremos haciendo ver que quizás las compras impulso no tienen por qué ser el mejor destino para el dinero.
- También les podemos explicar que no en todos los sitios cuesta lo mismo el mismo producto. Así, podemos invitarles a que no compren lo primero que les apetezca en la primera tienda que vean sino a que comparen precios en busca de la tienda más barata. Esta búsqueda puede ser incluso una especie de juego y les ayudará a aplazar el deseo de comprar ya (compra impulso) a cambio de una recompensa (el ahorro y disponer de más dinero para otras cosas). Por ejemplo, puede ver claramente que el mismo helado que se come después de cenar cuesta menos si lo hemos comprado en el supermercado que si lo compramos en una tienda. Esto es fácil de ver también refrescos, souvenirs... Incluso con los souvenirs, podemos invitarles a hacerlo el último día para que la compra esté bien meditada y sepan de qué dinero disponen.
- Por último, si queremos que no se gasten todo para que aprendan que siempre hay que tratar de ahorrar algo del dinero que recibimos, podemos premiarles por el dinero que les haya sobrado al final de las vacaciones. Por ejemplo, al llegar a casa, les podemos doblar la cantidad con la que vuelvan en su poder para poderlo gastar durante el año. De esa forma, también les introduciremos en el ahorro y la inversión.
No debemos buscar que los niños sean perfectos ni que dispongan de forma óptima del presupuesto como si fueran directores financieros de una empresa del Ibex 35. También deben disfrutar y aprender de los posibles errores. Por ejemplo, si se quedan sin dinero antes de regresar de las vacaciones, si el último día ven algo que les hace ilusión pero ya no tienen dinero porque cada día se compraban un helado casi de forma mecánica o si ven algo que compraron previamente al final del verano está mitad de precio... debemos ayudarles a entender de manera sosegada -qué estamos en vacaciones- cómo funciona el dinero.
Seguro que aprender y la próxima vez pueden conseguirla más objetivos y hacer un mejor uso del dinero, que era el objetivo cuando iniciamos este juego de las vacaciones.