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Consumo colaborativo: ¿cómo lo usamos los españoles?


14.07.2017

Escrito por: Redacción


Son las tres de la mañana y a David le toca volver a casa, pero no hay una parada de taxis cerca. Entonces echa mano al móvil y opta por pedir un Cabify. Ese fin de semana se irá de viaje a la boda de un amigo en un pueblo de la provincia de Valladolid. Podría optar por coger un tren e incluso un autobús ya que no tiene coche propio. Contratará un Blablacar y así se ahorrará un dinero. Para alojarse ha optado por un estudio que encontró gracias a Airbnb.  

Consumo colaborativo

Si enseñamos a alguien estos dos párrafos hace cinco años quizá nos habría tomado por locos o por amantes de la ciencia ficción. Pero hoy este tipo de conductas forman parte del día a día de los españoles. Se llama economía colaborativa y ofrece una propuesta que muy pocos usuarios pueden rechazar: ahorro y nuevas experiencias de usuarios.

Un término que está cambiando nuestra forma de trabajar y que ya ha cambiado nuestra forma de consumir y de relacionarnos. España es líder europeo de economía colaborativa y el 6% de la población ofrece productos y servicios bajo este modelo, según el Foro Europeo de Economía Colaborativa.

Uno de cada tres usuarios ha utilizado una plataforma de economía colaborativa. Ya sea para ir de un lugar a otro, para pedir cualquier producto a domicilio o incluso para hospedarse por poco dinero en cualquier ciudad, los internautas cuentan con un amplio abanico de posibilidades a la hora de hacer uso de códigos promocionales con los que ahorrarse unos euros. Muchas de estas ofertas, además, están al alcance de los usuarios en redes sociales.

Por ejemplo, Uber y MyTaxi ofrecen descuentos a sus usuarios. Además, a través del código de un conocido, puede disponer de unos euros para el primer viaje y el propietario también recibe un descuento a cambio. Doble ahorro. Por su parte, Cabify también ofrece promociones. Y si prefiere optar por las compañías de carsharing, no olvides que las principales compañías del sector también te permitirán ahorrar en los primeros viajes que realice.

Y si lo importante es el viaje, no lo es menos alimentarse. Compañías como Deliveroo, Just Eat y UberEats nos permiten tener comida de todo tipo sin movernos de casa y lo que es más importante, podemos rascar unos cuantos euros de la cuenta gracias a todo tipo de ofertas para sus clientes.  

Y como no todo es comer, hay empresas como Glovo que nos permiten tener en el lugar que queramos lo que nos apetezca y a la hora que nos venga bien (siempre que esté a su alcance y en horario comercial, claro).

Para ahorrar y también ganar un dinero hay empresas como Wallapop y Chicfy, en la que los usuarios compran y venden ropa y otro tipo de objetos de segunda mano. Un camino que, a su manera, iniciaron compañías como Privalia al ofrecer prendas y complementos de otra temporada con importantes descuentos.

Compra y venta a través del móvil

En la economía colaborativa, tal y como la conocemos hoy, la tecnología es no solo necesaria, sino imprescindible. Y para este tipo de compañías España es un mercado sumamente atractivo dada la penetración del uso de los teléfonos móviles. En 2012, tan solo el 41% de la población española contaba con un smartphone. Cinco años más tarde este porcentaje alcanza el 81%, según los datos que se desprenden del informe Google Consumer Barometer Report.

Así, no extraña que la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) publicara en su Panel de Hogares de abril/junio de 2016 los resultados correspondientes a una serie de preguntas sobre el uso de las plataformas de economía colaborativa en España. Las plataformas que facilitan compartir trayectos en automóvil (Blablacar, Car2go, Amovens, Carpling, entre otros) están entre las tres más utilizadas por los consumidores junto con la compra o alquiler de productos de segunda mano y el alojamiento en casa de otro particular (Airbnb, HomeAway, enalquiler.com,..).

Críticas a este negocio

La economía colaborativa no permanece ajena a polémicas, y algunos la culpan de estar convirtiendo en precarias las condiciones laborales de sus trabajadores. Las críticas hacia la economía colaborativa vienen precisamente porque a menudo se confunde con el modelo bajo demanda, al que pertenecen también compañías basadas en internet como plataformas de autónomos o freelance, en las que cada cliente busca al mejor postor entre millones de usuarios.

Por norma, lo salarios en estas plataformas tienden a la baja, ya que la oferta –el número de trabajadores en la plataforma– supera considerablemente a la demanda –el número de trabajos disponibles–. Además, los colabores que prestan estos servicios no cuentan con garantías como coberturas en caso de baja médica o por maternidad, vacaciones pagadas o prestaciones por jubilación.

Además, se les acusa de operar aprovechándose de una especie de limbo legal y en desigualdad de condiciones con respecto a la competencia que ha nacido y crecido en sectores considerados como tradicionales: taxis, hoteles, alquiler de coches… con un marco de acción sometido a una estricta regulación.

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